miércoles, 20 de julio de 2016

El correo tradicional...¡VIVE!


Al modo de un redivivo Dr. Frankenstein me atrevo a realizar esta afirmación. Y a romper una (o varias) lanzas en favor de la denostada Correos. Pero vayamos por partes (como decía Jack el destripador) y tratemos de ver el estado del correo tradicional a través de esta humilde carta comercial.


El sobre

En primer lugar hay que aclarar que no pretendo hacer publicidad de ninguna empresa, pero resulta agradable ver como en pleno siglo XXI continúan existiendo sobres con membrete que no presentan ni la marca de imprenta que acredita un convenio especial con Correos, ni el manido rodillo "franqueo pagado en oficina". 


El sello

Segundo motivo de alegría: no solo se emiten sino que, aunque poco, se usan. Es posible que pronto desaparezcan pero agrada ver que, a grandes rasgos, el sello sigue manteniendo gran parte de su encanto tradicional: figura un valor facial (0,45€), el país (España) y el motivo (en este caso el V centenario del fallecimiento de Cervantes). Peeeeero (siempre tiene que haber uno, o varios): no está dentado, es autoadhesivo (y se desprende mucho antes que los que se usaban antaño) y ya no está dentado. 

El lado de los "peros" contiene varias de las modificaciones del sello que han hecho apartarse del coleccionismo a más de uno, pero que duda cabe que la tecnología y la reducción de costes mandan. 


El matasellos de salida 

Es un rodillo y no es manual, vale. Ahora las máquinas han tomado todos los ambitos de la empresa y muchas veces sería muy dificil (por no decir imposible) funcionar o trabajar sin ellas. Poco se puede decir: nuevamente nos hemos rendido al progreso.

Otra cuestión es que, como critican muchos coleccionistas, ya se ve poco el origen de la correspondencia en los matasellos (otra cuestión que ha "expulsado" a muchos del coleccionismo), y los diferentes CTA que pueblan el territorio se han apropiado de los rodillos pero supongo que los criterios de eficiencia priman sobre otros, lo cual es lógico. Es imposible mantener el romanticismo cuando se habla de una empresa privada que ha de mirar por su balance y el aprovechamiento del tiempo de sus empleados (¡hay que ver que dificil es que te matasellen a mano!).


El "matasellos" de llegada

¡Ay amigo! Matasellos, matasellos, lo que se dice matasellos... Pues no es. Es una especie de código de barras o, para los no iniciados como quien escribe un "palotepalore espacio palotepalote espacio muchospalotes espacio....". En fin, que aquí también se ha perdido el encanto de poder ver cuando llego la carta a destino. Ahora es Correos el único que sabe y puede atestiguar la fecha de llegada. Para un usuario del servicio resulta imposible, salvo por la fecha de recogida en el buzón, justificar la llegada de una carta o poder demostrar un retraso en la entrega si se trata de una carta simple.


Curiosidad

No obstante, en esta carta tan modesta hay un pequeño detalle que podría pasar desapercibido a simple vista: el error en la dirección. Y es que, a pesar de haber un error en uno de los elementos más importantes para que el correo pueda determinar la dirección, la carta llegó a destino. Y lo explico: 28224 es uno de los códigos postales de la madrileña localidad de Pozuelo, mientras que los códigos postales de Alcorcón (supongo que el remitente confundió Pozuelo de Alarcón con Alcorcón) serían del 28921 a 28925.

Conclusión

Pese a todas las modificaciones que ha sufrido el correo en los últimos años, todavía funciona y lo hace aceptablemente bien. Como todo, hay aspectos que se pueden criticar desde diferentes posiciones pero, como suele suceder, nunca llueve a gusto de todos.

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